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Ámame en la penumbra
donde la luz sonríe al agitarse las hojas
y la espera es un murmullo de pasos deseados
Víveme ardiendo
para que cada noche conozca la incandescencia
de vertiginosos amplexos
Pídeme manos que acaricien salvajemente
y saliva de miel que lave tu piel
Abrazándote respirare a través de los vientos del mar
en el golfo de sombras que perfuma de sales ardientes
temblare junto a las estrellas
en un cojín de arena caliente
Busca entre las llamas de mis dedos
el placer que consuma
y la boca que incendia perdidamente los sentidos
Mi pecho te doy hambriento
indiferente del corazón que muere de amor
para resbalar en deseadas dulces colinas
y mórbidos declives
hasta a desaparecer en el abismo fatal
que nos devora
Bebo el color de tus ojos
y al darte a mi mismo
cambia también el color del mundo.