Tenía la tempestad en los ojos
cuando te vi sonreír
a mi señal de saludo
ojos grandes de niña curiosa
apretada en un vestido suavísimo
parecías desnuda a las manos que ojeaban
bajo la falda de cuadros beige
Se entreveía en la ojeada
el liguero de puntilla negro
me hacían fluir la sangre
siempre más fuerte al verte
desfilar de las ahusadas piernas blancas
como la Loren en los años rusientes
aquella costumbre apenas pronunciada
Las besaba a pequeños mordiscos
mientras te acariciaba toda
como si fuese la Venus de Milo
vibrabas como una peonza
brotando energía casi de iluminar
todo el planeta circunstante
Siguiéndote en las vías de la seducción
como Apolo con Daphne amorosa ninfa
que tanto amé soñar
te cogí encima de la mesa preparada para la fiesta
sentada de frente a la mirada de macho empedernido
gritamos toda la noche
devastando también el baldaquín dieciochesco.
© Greg D.
1 comentario:
Es un poema maravilloso con mucha fuerza y sensualidad.
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