Arde la carne ansiosa
al toque de los dedos
son punzantes los deseos
de horadar al unísono esa cosa
Ansiosos los labios se apresan a la cosa
muerden entre respiros
provocando escalofríos y latidos
se encienden en el animo y todo es color de rosa
En un ruego sin fin, ancestrales,
lánguidos movimientos que se complacen
en la culminación da sus laureles
deseándose y apretándose bien
y la cruel sed deshidratándoles
se apaga dentro el alma también.
© Greg D.