Una última mirada traviesa
y los tirantes de la enagua
se deslizaron abajo veloces
en su cuerpo desnudo y ahusado
mientras voluptuosidad subía,
el calor le inundaba el vientre
y el corazón latía a cien
Ella extendida, en éxtasis
trajinaba con las manos veloces
en mi cuerpo fortalecido…
Con su boca grande
y la lengua insolente,
demoraba en mi cuerpo candente
explorando por doquier.
El espejo pues, delante
mudo reflejaba todo
nuestros cuerpos intrincados
en aquel intimo sollozo
que emitíamos al unísono
calientes osadas frases
entre dulces sonidos de amorosos sentidos.
Largos y armoniosos gestos
en los repetidos abrazos
casi fuera del contexto
hasta qué el uno al otro el fruto
no se saboreó del todo
y de los ardores al fin
la paz alcanza y al dulce juego se pone fin.
© Greg D.
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