Empujo el alma
cuando te poseo.
Me anudo en los muslos rendidos
donde se pierden los flancos
en nubes descompuestas
de eternos susurros,
mientras te acaricio los senos
copas de vino entre mis manos
La carne y la respiración
conyugan el mismo reclamo
y se abandonan en las costas,
húmeda tibieza
de suave miel
Acaricias con la lengua
mis mórbidos labios
mientras en las mamas
untas la semilla
de mi ser derramada